VELÁZQUEZ, KAFKA y la salvación del sujeto por la escritura


Observemos Las Meninas (Cf. Catálogo del Museo del Prado sobre Velázquez, 1990. M. Foucault, Las palabras y las cosas). Es un lienzo de 310×276 cm que pintó Velázquez en 1656. La escena se sitúa seguramente en un aposento del Alcázar de Madrid, donde el pintor tenía su taller.

La España de Velázquez es la de los pícaros, la de los mendigos y los pobres, la de una cierta patología social. También es la época de Descartes y Bacon, del nacimiento de la ciencia y la filosofía modernas, del cogito y de su actividad principal: la representación, y más que nada «la voluntad de representación». Parece increíble que este cuadro induzca a tomar en consideración ciertas ideas relativas a la modernidad, cuando se realizó tan pronto. Dejaremos de lado cuestiones técnicas y el contenido del cuadro. No interesan. Sí interesa más la reflexión a que induce la estructura del cuadro, su razón interna. Velázquez y todos los demás miran hacia el espectador, hacia el espacio real del que mira, hacia nosotros. Tal es un cuadro. Y Velázquez está en actitud, pensativa o no, en todo caso, va a pintar otro cuadro (?), del que no podemos ver el contenido.

Está pintando Velázquez lo que habría en nuestra posición? Quizás no. El espejo del fondo, donde se reflejan los reyes, refleja nuestra posición? No está claro. Sí parece que Velázquez utilizó un sistema de dos espejos para pintar su cuadro, debido a la ruptura de la perspectiva. El cuadro es imposible pintarlo de una imagen no reflejada. Rompe la geometría euclídea: quizás no es la luz la que da consistencia al cuadro sino el techo resaltado por esa especie de colgaduras. Somos nosotros el segundo espejo? En ese caso viene lo interesante: nuestra posición fuera del cuadro es como la de un sujeto tracendental, al mismo tiempo inmerso en el cuadro, reclamado, interpelado por los personajes que en él aparecen. Aquí una tensión interesante: y este sujeto que somos nosotros es incapaz de ver la verdadera representación, sólo podemos verla indirectamente, por atrás: el cuadro dentro del cuadro refleja lo oculto. Quiso Velázquez aquí reflexionar sobre la representación? Velázquez pretendió representar la representación, en una suerte de cuadro autorreferencial, auto-alusivo, que dice todo sin decir nada, o que en todo lo que dice no llega a decir nada, estamos ante el cuadro y no somos capaces de entrar en él, en el que está pintando Velázquez. Esta suerte de autorreferencialidad, de intento de desembrozar los límites de la pintura, de llegar a la cosa: nosotros, el sujeto, también se encuentra en Kafka. En las Meninas, Velázquez reflexiona sobre los límites de la pintura: cómo es posible pintar?, como también 250 años más tarde hará Picasso, en las otras Meninas.

Kafka escribió dos fragmentos de parecido talante: el cap. IX de El Proceso, (Ante la Ley) y el monólogo de Bürgel en El Castillo. Es posible escribir, y cómo? Adorno lo ha dicho: «En Kafka hemos de tener en cuenta el texto«. La literalidad. Cada frase vale literalmente, y cada una de ellas significa de por sí. Kafka al mismo tiempo elimina la distancia estética: el lector es parte de lo leído. Pues Kafka narra aquéllo que no se puede narrar, lo totalmente encerrado en sí mismo: el sujeto, que ni siquiera es propiamente, no tiene identidad.

(Esto es un extracto, ver texto completo aquí)

Una respuesta para “VELÁZQUEZ, KAFKA y la salvación del sujeto por la escritura”

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.