Ludwig Feuerbach (el arroyo de fuego) es para muchos la figura clave en el paso de Hegel a Marx, paso que conlleva la proclamación del humanismo esencial contra toda alienación tanto de la metafísica como de la religión. Nacido en 1804 en Landshut (Baviera), será alumno de Hegel en Berlín.
Tiene así una primera etapa hegeliana, con un doctorado en 1828 sobre una tesis en una línea claramente hegeliano-antikantiana: De ratione una, universali, infinita. Allí reflexiona sobre la relación entre los conceptos de finito e infinito, como uno más en la época. Habla del infinito verdadero que incluye en sí mismo lo finito, no tiene en él su frontera, pues si así fuese el infinito se finitizaría y serían dos finitos. Esta es precisamente la base de la crítica de Hegel a Kant. Imaginándonos el ser como una esfera, es claro que al infinito no le corresponde una parte de ella, sino que llena todo el espacio sin que quede ningún lugar desocupado para otro. El ser del infinito es así la desaparición del finito, y lo finito es solo un pasar y superarse a sí mismo[1].
Paralelo a esto, Feuerbach está echando las bases del concepto de Gattung, especie o género humano. Con ello pensar es dejar de ser individuo, es lo mismo que ser universal. Al pensar soy el género humano.
Y hay entonces una tendencia innata del espíritu humano a conocer el infinito, tendencia que supone una conjunción entre ella misma y lo deseado, esto es, una cierta presencia del objeto en el deseo mismo. Por tanto hay en la mente humana una oculta presencia de lo infinito que tiende a tematizarse en la misma labor cognoscitiva. La finitud por tanto sólo se conoce desde la infinitud, pues si la razón fuese finita ni siquiera tendríamos conciencia de las fronteras. El hecho de sentir un límite como tal es ya superarlo.
En 1833 publica una obra importante para su obra magna de 1841 (la que le hizo famoso): Historia de la filosofía Moderna, desde Bacon de Verulam hasta Benedikt Spinoza, donde alude a la esencia del protestantismo. La esencia del paganismo era la unidad entre la religión y la política, el espíritu y la naturaleza, Dios y el hombre. Feuerbach ve ahí una ruptura al ser solo expresión de la particularidad de un pueblo determinado, y afirmación de contradicción o enemistad frente a los demás. En la filosofía griega se superaba esto con la consideración científica de la naturaleza, del hombre y de Dios, pero únicamente al nivel de la abstracción, pues a nivel real se producirá la disolución de la contradicción en el Cristianismo, con la unidad de lógos y carne. Y se producirá entonces una decantación por lo suprasensible: la teología. A cambio, se generó el espíritu libre y puramente humano fundamento de la modernidad.
La expresión religiosa de ello fue el protestantismo, la racional el cartesianismo. Y el hombre-clave Lutero. Feuerbach apunta ya aquí a la sospecha del subjetivismo ilimitado como origen y fundamento de la religión.
En 1837, Presentación, desarrollo y crítica de la filosofía leibniziana. La teoría de Leibniz (el mejor de los mundos posibles) representa para Feuerbach un intento de mediación entre fe y razón, una defensa de Dios que mezcla argumentos teológicos sobre Dios y el mundo con representaciones antropomórficas de la teología. Distingue entre filosofía (punto de vista teorético del hombre), religión (práctico-sentimental) y teología, como intento de mediación imposible[2].
En 1838, Pierre Bayle, una contribución a la historia de la filosofía y de la humanidad, donde apunta que la esencia del cristianismo es el dualismo y la escisión. Y el protestantismo abolió y liberó al hombre sólo en su parte práctica, no en la teorética o inteligente.
También publica en este año Zur Kritik der Hegelschen Philosophie[3]. Las ideas vertidas en la tesis doctoral serán invertidas, empezando por hacer depender lo infinito de lo finito. La infinitud viene entonces reducida a indefinidad de la mente humana. Pues al pensar lo infinito se piensa más bien en la infinitud de la facultad de pensar, siendo el objeto de la razón la misma razón objetivada. Así, la conciencia de un ser infinito no es sino la conciencia del hombre de la infinitud de su propio ser. El ser infinito es así una objetivación del propio ser del hombre. La indefinidad del hombre se funda en la infinitud ontológica. De nuevo se ha aludido a la dialéctica límite-frontera (Grenze-Schranke). En el país de la verdad kantiano hay verdaderas barreras, Grenzen, y no sólo barreras provisionales. El conocimiento filosófico no puede sobrepasar nunca la dimensión de la experiencia sensible, del fenómeno. La crítica de Feuerbach va contra la oculta y larvada infinitud de la razón, que Kant parece sostener. Para Feuerbach límite es en sí algo positivo, al constituir la misma naturaleza, el mismo ser de lo limitado en cuanto tal. El límite es para el ser limitado su vida, su sustancia, no es barrera (ejemplo del pez en el agua). El límite es la especificación de lo limitado idéntica con el mismo. Sólo es barrera el límite que se siente y conoce como tal, que está en contradicción con la esencia de una cosa. La barrera expresa deficiencia, el límite no. El verdadero límite es el contento o la satisfacción consigo mismo, que Kant rechazaba como la cosa en sí, como no cognoscible, como no siendo para nosotros. Y Kant cometió la contradicción de concebir los límites razonables de la razón como barreras, como límites arbitrarios, que el hombre desborda de hecho. Se rompe la distinción fenómeno-noúmeno. Tal distinción sólo puedo hacerla allí donde un objeto se me puede presentar realmente de una manera distinta de como se me presenta; pero no donde se me presenta de la manera como se presenta según mi medida absoluta, como se debe presentar. La distinción es superflua.
Feuerbach, en su alejamiento de Hegel va haciéndose cada vez más con un sensualismo[4] . En Hegel la naturaleza surge de la Lógica. Es la naturaleza la puesta por el espíritu y es el espíritu mismo quien hace de la naturaleza presupuesto suyo. La idea lógica se enajena en la naturaleza, y ésta origina gradualmente el espíritu. Dice Hegel que
«La idea que es para sí, considerada según esta su unidad consigo, es intuir; y la idea que intuye, naturaleza. En cuanto intuir empero, la idea está puesta bajo la determinación unilateral de la inmediatez o de la negación mediante reflexión extrínseca. Pero la libertad absoluta de la idea está en que ella no meramente pasa a la vida, ni en que como conocimiento finito la hace parecer dentro de sí, sino en que, en la verdad absoluta de sí misma, se resuelve a despedir libremente de sí , como naturaleza, al momento de su particularidad o del primer determinar y ser-otro, la idea inmediata como su propio reflejo.»
(Final de la 1ª parte de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, §244).
Pero esta determinación no es ni un ser devenido ni una transición. La pura idea es más bien liberación absoluta para la que no hay ya ninguna determinación inmediata que no sea así mismo puesta y que no sea concepto. Por tanto no tiene lugar ninguna transición en esta libertad. El ser simple al que se determina la idea, sigue siendo perfectamente transparente para ella y es el concepto que permanece en sí mismo. El tránsito ha de ser más bien concebido como que la idea se desprende de sí misma, absolutamente segura de sí y reposando en sí. Por causa de esta libertad es la forma de su determinación asimismo libre sin más la exterioridad del espacio y del tiempo que existe para sí misma sin subjetividad. Feuerbach aplica a la Lógica de Hegel la misma crítica que al Cristianismo: la Lógica de Hegel es teología logificada: si todo lo que hay en la tierra se encuentra de nuevo en el cielo de la teología, así también todo lo que hay en la naturaleza se encuentra en el cielo de la lógica divina. Critica sobre todo el concepto de abstracción: a la filosofía de Hegel le falta unidad inmediata. Se critica la ascensión del método dialéctico de lo abstracto a lo concreto: es el tránsito para Hegel de lo ideal a lo real. Éste sólo vale para Feuerbach en la filosofía práctica. La doctrina de que la naturaleza es la realidad puesta de la idea es sólo la expresión racional de la doctrina teológica de que la naturaleza ha sido creada por Dios, el ser material por un ser inmaterial.
Tras dejar a Hegel, si Feuerbach quiere ser coherente debe tomar en serio la necesidad práctico-vital de presuponer objetos independientemente de la conciencia, como un asunto teorético él mismo. Se trata de introducir el mundo pre- y a-teórico de la existencia cotidiana en un pensamiento nuevo. Sensualismo es entonces comprender filosóficamente en su relevancia fundamental la experiencia primaria del mundo de la conciencia prefilosófica. La sensibilidad deja de ser pasiva. Y sólo porque el mundo de fuera es objeto del querer (ser y tener) se convierte en objeto de reflexión. El mundo exterior está presente originariamente en el sujeto mismo como cuerpo. Es el no-yo, principio metafísico supremo, fundamento del mundo. Examinemos los Principios de la filosofía del futuro (1843): allí se dice que la filosofía de Hegel es una teología larvada. Es preciso repensar la relación entre ser y pensar: en Hegel la idea es el ser, el ser el predicado. Pero para Feuerbach el ser es el sujeto, el pensamiento el predicado. El pensamiento proviene del ser. La nueva filosofía consiste en considerar ésto: que la naturaleza es el ser que no es distinto de la existencia, el hombre es el ser que se distingue de la existencia. Y la naturaleza es por eso el fundamento del hombre, a la que tiene que regresar, en una reconciliación. «La nueva filosofía se distingue tanto del racionalismo como del misticismo, tanto del panteísmo como del personalismo, tanto del ateísmo como del teísmo«[5]. La nueva filosofía, dice Feuerbach, es la filosofía de la religión, que tiene un fundamento en el hombre concreto, con sus necesidades y con todo lo que siente y cree. Es preciso que la filosofía se una con la ciencias de la naturaleza y éstas con la filosofía.
A pesar de todo, la nueva filosofía es la realización de la filosofía hegeliana y de la filosofía anterior en general, realización que es negación, sin contradicción. La identidad de pensamiento y ser no es más que la consecuencia necesaria del conceptualizar a Dios como un ser cuya esencia contiene al ser. Ser igual a pensar no es más que la expresión de la divinidad de la razón, la expresión de que el pensamiento o razón es el ser absoluto, la suma de toda verdad y realidad. Se rechaza así el argumento ontológico: Existir es algo que se le añade al pensamiento, no puede salir del pensamiento mismo. «La existencia es algo en lo que no sólo yo tengo que ver, sino en lo cual concurren también los demás, y sobre todo el objeto mismo. Existir significa ser sujeto, ser para sí«. Y el ser es el límite del pensar, pero no el ser pensado, sino el concreto: el ser es uno con aquello que existe. Es pensable sólo mediatamente por medio de predicados que fundan la entidad de una cosa. Es la posición de la entidad. Lo que es mi entidad es mi ser. Feuerbach, preludiando la Dialéctica Negativa de Adorno trata de escapar al pensamiento identificante, a la dialéctica de Hegel. Para superarla es preciso que al pensamiento se le añada algo distinto de lo que él mismo es, lo no-concepto, el no-pensamiento: lo sensible para Feuerbach[6]. La nueva filosofía considera el ser enfocándolo tal cual es para nosotros, teniendo en cuenta que no somos tan sólo unos entes pensantes, sino también realmente existentes. Considera el ser como objeto del ser, como objeto de sí mismo. Y sólo en el amor el «esto» posee un valor absoluto.
«El amor constituye la verdadera prueba ontológica de la existencia de un objeto fuera de nuestra mente, y el ser no puede demostrarse de ningún otro modo que no sea el amor y el sentimiento en general«[7] .
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[1] De modo análogo Feuerbach dará preponderancia a la cogitatio, que está en referencia cognoscitiva con el infinito, sobre el sensus, que es particular. El pensamiento es uno, universal, infinito, lo que viene exigido por la comunicación intelectual de los hombres entre sí, que no se explica suficientemente sino por la participación de los pensamientos particulares en la razón común.
[2] «En el punto de vista práctico, pregunta el hombre al objeto: ¿Qué eres tú para mí?, y le responde: lo que tú eres para mí me vale como lo que eres para tí mismo, como lo que eres en tí mismo. Desde el punto de vista teorético se pregunta por el contrario: qué eres para ti mismo? Sólo lo que eres para tí mismo descansa en mi corazón; yo no exijo de ti ninguna relación especial hacia mí, ya me conformo con eso y encuentro mi propia dicha en tu dichoso e independiente ser en ti«.
[3] En la tesis doctoral parece que Feuerbach se inspiró en el texto de Hegel Enzyklopädie parágrafo 552. «Sólo se conoce o se siente algo como límite, como deficiencia, en cuanto que se está al mismo tiempo más allá de los mismos. La imperfección del conocer sólo es concretizable como límite o imperfección por la comparación con la idea presente de lo general, total y perfecto. Por tanto la denominación de algo como finito o ilimitado contiene en sí la prueba de la presencia de lo infinito”.
[4] Que A.Schmidt, de la Escuela de Francfort ha analizado cf., Feuerbach o la sensualidad emancipada.
[5] Parágrafo 10
[6] Feuerbach habla a veces del «verdadero y universal empirismo«.
[7] Principios, par. 33