En Sex and Temperament in Three Primitive Societies (1935) Margaret Mead sancionó la aparición de una corriente de análisis social paralela a la vigente entonces y que podemos asociar a Talcott Parsons. Precisamente éste último establecía claramente en los años 50, Family, Socialization, and Interaction Process, que los papeles de género tienen un fundamento biológico y que el proceso de modernización había logrado racionalizar estos papeles, es decir, definirlos con base en las funciones económicas y sexuales. Por contra, Mead planteaba que los conceptos de género eran culturales y no biológicos y que podían variar ampliamente en entornos diferentes:
«Tras dos años de trabajo, comprobé que el material que había recogido arrojaba más luz sobre las diferencias temperamentales, es decir, las diferencias entre las cualidades individuales innatas, con independencia del sexo. Saqué la conclusión de que, mientras no llegáramos a comprender totalmente la forma como una sociedad puede moldear a todos los hombres y mujeres nacidos en su seno para tan sólo aproximar a unos pocos a su ideal de conducta adecuado, o cómo puede limitar a un solo sexo un ideal de conducta que otra sociedad consigue limitar al sexo opuesto, no podríamos hablar con conocimiento de causa acerca de las diferencias sexuales«
En esa línea, afirmó Simone de Beauvoir en Le Deuxième Sexe (1949)
“On ne naît pas femme: on le devient. Aucun destin biologique, psychique, économique ne définit la figure que revêt au sein de la société la femelle humaine; c’est l’ensemble de la civilisation qui élabore ce produit intermédiaire entre le mâle et le castrat qu’on qualifie de féminin. Seule la médiation d’autrui peut constituer un individu comme un Autre”,
dando comienzo a una corriente de pensamiento feminista orientada a cuestionar la naturaleza biológica de lo «femenino» y en pos de una visión más holístico-social. En la década de los 70 se concretaría en el concepto de «género» como constructo socio-cultural relacionado con los sentimientos, afectos, actitudes y comportamientos tanto de hombres como de mujeres y que estaban en la base de la desigualdad social. El «género» (masculino-femenino) sería una construcción simbólica frente al sexo biológico (macho-hembra), tratándose entonces de determinar críticamente de qué manera se articula la construcción social de la vertiente simbólica.
En este sentido se ha desarrollado un feminismo de tipo postmoderno que se nutre de la obra de autores como Lacan, Foucault, Derrida, Lyotard, Deleuze o Guattari, y que partiendo de Francia ha permeado al feminismo italiano. En cuanto «feminismo de la diferencia» destacan pensadoras como Annie Leclerc, Christine Delphy o Michéle Le Doeuff, y Julia Kristeva y Luce Irigaray como las representantes más conocidas en el ámbito de la semiótica, la filosofía y el psicoanálisis. Entrecruzado con esta corriente y de forma crítica se han desarrollado a su vez los feminismos lesbiano y negro. El feminismo lesbiano surge precisamente como un desafío a la categoría de género, en la medida en que este concepto se muestra esencialista desde un punto de vista todavía heterosexual. Quizás habría que hablar de «diferencia». Por su parte, el feminismo negro reclama su especificidad desde la perspectiva de todavía mayor opresión de las mujeres negras, que a su condición femenina han de añadir la exclusión por el color.
Para superar los problemas en la definición de género podríamos entenderlo como un dispositivo según las ideas de Foucault y Agamben: espacio problematizado de comportamientos y pensamientos sobre la sexualidad. En cualquier caso, tomemos como punto de partida la definición de Judith Butler en Undoing gender (New York: Routledge, 2004), para quien el género
“es el aparato a través del cual tiene lugar la producción y la normalización de lo masculino y lo femenino, junto con las formas intersticiales, hormonales, cromosómicas, psíquicas y performativas que el género asume […] El género es el mecanismo a través del cual se producen y se naturalizan las nociones de lo masculino y lo femenino, pero el género bien podría ser el aparato a través del cual dichos términos se deconstruyen y se desnaturalizan”
Fue en primer lugar Gayle Rubin la que incorporó en sus estudios estas nociones para establecer que el género es una forma de ser y estar en el mundo, habiendo ocurrido que históricamente la sociedad ha privilegiado únicamente los elementos corporales necesarios para un sistema de reproducción humana específico con base sexual. Acuñaría el concepto “sistema sexo/género” en 1975 desde un punto de vista crítico como ideología limitadora de la mujer y estructura de poder omniabarcante para primar lo masculino. Tal sistema sexo/género podría definirse como
“el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de actividad humana […] disposiciones por [las cuales] la materia prima biológica del sexo y la procreación humana son conformadas por la intervención humana y social”,
de tal manera que se habría reducido el género al sexo con las consecuencias de un primado de lo heterosexual y unas relaciones de poder en las que la mujer siempre quedaba sometida (voto, propiedad, independencia..)
Qué es el género finalmente? Qué elementos y funciones lo integran?
– división del trabajo: tareas, retribuciones, e incluso lo que es «trabajo» o no.
– identidad de género: que permite distinguir a varones y mujeres en relación a los modos de percibir, sentir y comportarse.
– atribuciones de género: criterios sociales, materiales y/o biológicos utilizados para identificar a hombres y mujeres, y que revierten en el concepto de «rol».
– ideologías de género: en sentido marxista sistemas de creencias orientados a explicar y justificar tales atribuciones e identidades
– símbolos y metáforas culturalmente disponibles: continuando con lo anterior, serían las representaciones y mitos que permiten identificar al hombre y a la mujer (por ejemplo el mito de Prometeo y Pandora, o Adán y Eva)
– normas sociales: partiendo de lo anterior, serían las expectativas sobre las conductas adecuadas a cada identidad desde un punto de vista tanto moral como legal.
– prestigio: cualidades (tareas, actitudes, sentimientos…) concentradas en determinadas personas o grupos e importantes en la reproducción del status social al articular lo que debe ser reconocido o devaluado.
– instituciones y organizaciones sociales: familia, mercado de trabajo u organizaciones políticas que permiten la construcción de las relaciones de género, y que actúan como marcos de referencia de costumbres, tradiciones y reconocimiento.
La consecuencia histórica de todo ello es la producción de un sistema de dominación masculina donde el género aparece al mismo tiempo como elemento articulador de las relaciones sociales, basadas en las diferencias de sexo, y como forma primaria de relaciones significantes de poder. Lo que se ha plasmado en una construcción sociocultural de ambas identidades como mutuamente complementarias (en cuanto a las funciones), excluyentes (atributos) y desiguales (poder). Tal construcción ha permeado igualmente lo sexual al primar el aspecto heterosexual de las relaciones, frente a la homo- y bi-sexualidad calificadas de desviaciones. Brevemente, las mujeres son para tener hijos, mientras que a los hombres se les permite el placer.
En conclusión, todos aprendemos cómo ser mujeres u hombres, proceso socio-cultural que se da en la adolescencia que es donde comienzan a cristalizar los estereotipos que conducen a la desigualdad y el dominio de los chicos sobre las chicas. En los grupos de discusión que estudió Amurrio se detectó baja autoestima de las mujeres y prepotencia de los varones, muestra clara del patriarcalismo dominante. La escuela tiene aquí mucho que hacer,
«sobre todo cuando al analizar los valores que se trabajan en nuestras escuelas, descubrimos que los valores coeducativos apenas se trabajan y cuando se hace, muchas veces es de forma inconexa y deshilvanada«
(USATEGUI, E. y VALLE, A.I. del: La escuela cuestionada: voces del alumnado y las familias.
Vitoria-Gasteiz: Fundación Fernando Buesa Blanco Fundazioa, 2009)
La confusión entre coeducación y escuela mixta ha acrecentado además el fracaso a la hora de deconstruir y reelaborar el modelo de masculinidad imperante tanto como el fomento de la autoestima y autonomía de las mujeres. La reconstrucción de los estereotipos de género dominantes se muestra por último perentoria de cara a prevenir la violencia de género.
Materiales didácticos para trabajar en el aula:
- http://www.educarenigualdad.org/material
- http://www.generandociudadania.org/genero/category/materiales-didacticos/
- http://mueveteporlaigualdad.org/matedu.asp
- http://www.educatolerancia.com/index.php?option=com_content&view=section&id=50&layout=blog&Itemid=59
- http://www.educandoenigualdad.es/p/recursos-para-clase.html
Bibliografía útil
- Amurrio, M. et al. (2009). ”Los estereotipos de género en los/las jóvenes y adolescentes”. XVII Congreso de Estudios Vascos: Innovación para el progreso social sostenible: 227-248.
- Beauvoir, Simone de (1949). Le Deuxième Sexe, tomes I et II, éd. Gallimard
- Beltrán, E., V. Maquieira, S. Álvarez y C. Sánchez (2001). Feminismos. Debates teóricos contemporáneos. Madrid: Alianza
- Butler, Judith (2004). Undoing gender. New York ; London : Routledge
- Fajardo, J. A. R. (2013). “Una reflexión histórico-genealógica sobre los conceptos de género y sexo”. Enseñanza e Investigación en Psicología, 18(1): 5-18.
- Lamas, M. (ed.). (2000). El género. La construcción cultural de la diferencia sexual. México: PUEG-UNAM y Porrúa
- Mead, Margaret (1935). Sex and temperament in three primitive societies. New York, W. Morrow & Company
- Megías, I.; Rodríguez, E.; Méndez, S. y Pallarés, J. (2005). Jóvenes y sexo; el estereotipo que obliga y el rito que identifica. Madrid: FAD-INJUVE.
- Megías Quirós, Ignacio y Juan Carlos Ballesteros Guerra (2014). JÓVENES Y GÉNERO. EL Estado de La cuestión. © FAD, Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud
- Navarro, M. y C. Stimpson (ed.) (1999). Sexualidad, género y roles sexuales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.
- Sainz Pelayo, Sofía (2013). ¿CÓMO COEDUCAR EN LA ESCUELA? Análisis de Materiales de Aula para el Tratamiento de la Igualdad de Género. UNIVERSIDAD DE CANTABRIA. FACULTAD DE EDUCACIÓN
- Schüssler, Renate (2007). Género y educación Cuaderno temático. PROEDUCA-GTZ
Una respuesta para “La tarea pendiente de la educación entre el sexo y el género: On ne naît pas femme, on le devient”