Educar en la resiliencia desde la inclusividad y para la excelencia


«La resiliencia es el arte de navegar en los torrentes», dice Boris Cyrulnik en Les vilains petits canards (2001 Éditions Odile Jacob, París). Los torrentes son las derivas psíquicas por la cuales caemos durante un trauma (sea físico o propiamente psíquico). Saber navegar a través de ellos parece una característica propia de determinadas personas que se muestran alegres y confiadas ante la adversidad. Y aunque es verdad que es una capacidad que se adquiere predominantemente en la infancia, puede en todo caso desarrollarse a lo largo de la vida. A veces, o siempre, las pequeñas cosas son las más importantes para transformar un patito feo en un cisne:

Elle est à toi cette chanson,

Toi l’Auvergnat qui, sans façon,

M’a donné quatre bouts de pain

Quand dans ma vie il faisait faim.

(Tuya es esta canción, Para ti, auvernés que, sin cumplidos, Me diste cuatro trozos de pan Cuando en mi vida había hambre)

El interés por esta idea data de al menos la década de los ochenta del siglo XX, cuando proliferan los estudios sobre aquellas personas que desarrollan competencias a pesar de haber sido criadas en condiciones adversas. Los estudios de Emmy Werner y E. E. & Smith, R. S. (2001, Journeys from childhood to midlife: Risk, resilience, and recovery. Ithaca, NY: Cornell University Press) sobre un grupo de personas desde el nacimiento hasta los 40 años asentaron la cuestión, permitiendo establecer que hay personas que, orientadas a priori al fracaso por sus factores de riesgo (pobreza extrema, de madres solteras, grupos étnicos marginados, bajo peso al nacer), mostraban finalmente «éxito» formando familias estables y contribuyendo positivamente con la sociedad. En un primer momento los calificó de «niños invulnerables«, pero por la posible carga biologicista del concepto se acabó recurriendo al concepto de “capacidad de afrontar”. Finalmente, el primero en utilizar el término fue Bolwby (1992, Continuité et discontinuité: vulnerabilité et resilience. Devenir, 4, 7-31) insistiendo en la importancia del apego en el origen de la resiliencia, a la que definió como «resorte moral, cualidad de una persona que no se desanima, que no se deja abatir«.

Es un término que tiene su origen en el latín resilio con el significado de volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Tomado del inglés resilient, en español y en francés (résilience) se empleaba sin embargo de forma habitual en metalurgia e ingeniería civil para describir la capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original después de ser sometidos a una presión deformadora. Por lo tanto, el término fue adoptado por las ciencias sociales para caracterizar a aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en  condiciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y socialmente exitosos. Siguiendo a Nan Henderson y Mike M. Milstein en Resiliency in schools : making it happen for students and educators (2003, Thousand Oaks, CA: Corwin Press) los científicos sociales han empleado el término resiliencia para describir tres clases de fenómenos:

(1) los resultados positivos que se observan en el desarrollo de niños que viven en contextos de «alto riesgo», como pobreza crónica o drogadicción parental;

(2) el mantenimiento de las capacidades personales en condiciones de estrés prolongado -durante la ruptura matrimonial de los padres, por ejemplo-, y

(3) la recuperación de un trauma, en especial de los horrores de guerras civiles y campos de concentración

vincularidadRoberto Sivak y otros en DESARROLLO RESILIENTE Y REDES VINCULARES (2007, Conference: Resiliencia, At Mar del Plata, Argentina, Volume: Actas Congreso Argentino de Psiquiatría APSA) proponen a su vez el siguiente modelo que relaciona la resiliencia con la capacidad para afrontar exitosamente una adversidad. Las puntuaciones a la derecha de la ordenada (puntuaciones positivas) expresan mejores niveles de tramitación psíquica (posibilidades de expresión verbal, afectos concomitantes, actividad fantasmática, capacidad de introspección y pensamiento crítico), y a la izquierda (puntuaciones negativas) peores niveles. Las puntuaciones sobre la abscisa (puntuaciones positivas) expresan recursos del Yo más exitosos (menor angustia) y por debajo (puntuaciones negativas) recursos del Yo menos exitosos (mayor angustia).

resiliencia modelo

Hay que tener cuenta en todo caso que la adversidad no conduce automáticamente a la disfunción, sino  que puede tener diversos resultados para el individuo que la sufre, y que incluso una reacción inicial disfuncional a la adversidad puede mejorar con el tiempo. Para caracterizar la resiliencia de modo general tenemos las siguientes definiciones:

– Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva
– Enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida severamente estresantes y acumulativos
– Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e, inclusive, ser transformado por ellas

Se distinguen dos componentes esenciales:  la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión (negativo) y la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a circunstancias difíciles (positivo). Estos dos aspectos se engranan en lo que se llama rueda de la resiliencia. resiliencia ruedaCentrándonos en los niños, se define al niño resiliente como aquel que trabaja bien, juega bien y tiene buenas expectativas. Sus atributos más importantes serían:

  • Competencia social, en la medida en que estos niños responden más al contacto con otros seres humanos y generan más respuestas positivas en las otras personas; están listos para responder a cualquier estímulo, se comunican con facilidad, demuestran empatía y afecto, y tienen comportamientos prosociales. Además de un buen sentido del humor siendo capaces de lograr alivio al ser capaces de reírse de los propios errores.
  • Resolución de problemas, en cuanto habilidad para pensar en abstracto reflexiva y flexiblemente, y la posibilidad de intentar soluciones nuevas para problemas tanto cognitivos como sociales. Los estudios hechos con personas resilientes encuentran repetidamente la presencia de capacidades para la resolución de problemas en la infancia.
  • Autonomía, la habilidad para poder actuar independientemente y el control de algunos factores del entorno (familias, alcoholismo…)
  • Sentido de propósito y de futuro, expectativas saludables, dirección hacia objetivos, orientación hacia la consecución de los mismos (éxito en lo que emprenda), motivación para los logros, fe en un futuro mejor, y sentido de la anticipación y de la coherencia. Este último factor parece ser uno de los más poderosos predictores de resultados positivos en cuanto a resiliencia.


Edith Grotberg
(1995, A guide to promotig resilience in children: strengthening the human spirit. La Haya, Holanda: The Internacional Resilence Proyect., Bernard Van Leer Foundation) nos ofrece un modelo para caracterizar a un niño resiliente por medio del uso de expresiones como: “Yo tengo”, “Yo soy”, “Yo estoy”, “Yo puedo”. En todas ellas aparecen los distintos factores de resiliencia: autoestima, confianza en sí mismo y en el entorno, autonomía y competencia social. Fomentándolas, podemos a su vez generar resiliencia:

TENGO
• Personas alrededor en quienes confío y quienes me quieren incondicionalmente.
• Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar peligros o problemas.
• Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder.
• Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
• Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro o cuando necesito aprender.

SOY
• Una persona por la que los otros sienten aprecio y cariño.
• Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto.
• Respetuoso de mí mismo y del prójimo.
• Capaz de aprender lo que mis maestros me enseñan.
• Agradable y comunicativo con mis familiares y vecinos.

ESTOY
• Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
• Seguro de que todo saldrá bien.
• Triste, lo reconozco y lo expreso con la seguridad de encontrar apoyo.
• Rodeado de compañeros que me aprecian.

PUEDO
• Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.
• Buscar la manera de resolver mis problemas.
• Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
• Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o para actuar.
• Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito.
• Equivocarme y hacer travesuras sin perder el afecto de mis padres.
• Sentir afecto y expresarlo.

construcción de la resiliencia

Y cómo construir en la práctica la resiliencia? Victoria MUÑOZ GARRIDO y Francisco DE PEDRO SOTELO (Educar para la resiliencia. Un cambio de mirada en la prevención de situaciones de riesgo social, Revista Complutense de Educación Vol. 16 Núm. 1 (2005) 107-124) nos ofrecen un modelo gráfico sobre una idea de Vanistendael y Lecomte en torno a «la casita«. Se trata de empezar por los cimientos para ir elevando plantas cuyas habitaciones estarían por supuesto interconectadas. El orden es aquí lo importante, lo mismo que exista continuidad y apertura de unas estancias a otras.

En el contexto de la educación la resiliencia implicaría, como en física, una dinámica positiva, una capacidad de volver hacia adelante. Sería un resorte moral constituido en cualidad de la persona que no se desanima, que no se deja abatir, que se supera a pesar de la adversidad. Se puede fomentar entonces la resiliencia en la práctica y cómo? Diversas escuelas a lo largo del mundo ya lo hacen en sus programas de estudios, como por ejemplo este de la escuela Kit Carson basado en la disciplina preventiva:

  1. No considerar a la disciplina como separada o aparte del resto del proceso de enseñanza.
  2. Demostrar auténtico interés en todos los alumnos y acentuar lo positivo.
  3. Tener reglas bien definidas (anunciadas) respecto de lo que se espera de los niños.
  4. Guardar coherencia en todos los aspectos (presentación de materiales, cumplimiento de las reglas, etc.) para que los niños sepan qué se espera de ellos.
  5. Hacer hincapié en el respeto por los demás: docentes, alumnos, adultos, bienes, etc.
  6. Comunicar a otros las cosas que los niños están haciendo bien (a los padres, directivos, otros docentes y otros niños, les gusta enterarse y participar de los éxitos de nuestros alumnos).
  7. Aplicar el programa de disciplina (preventiva) cooperativa para toda la escuela:
  • Se emplea la mediación de conflictos.
  • La escuela participa en programas de Asistencia al Alumno.
  • Los alumnos que no reciban advertencias por infracciones en un período de 9 semanas obtendrán un premio.
  • Se entregan vales a los alumnos que se portan bien, los cuales pueden canjearse por una entrada al cine o un libro.

perfil resilienteSe ha observado además que los estudiantes resilientes tienen un docente favorito que se convierte en un modelo de rol positivo y que ejerce una fuerte influencia brindándoles calidez, afecto, trato con tono humano. Parece evidente que las escuelas con directivos y maestros resilientes son más exitosas y tienden a mantener estándares académicos elevados. La clave fundamental es que la escuela sea capaz de ofrecer los reforzadores de los factores protectores en la vida de los estudiantes y de los docentes. Y la responsabilidad del maestro es detectar a los estudiantes “en riesgo” y ayudarles a construir su resiliencia, pues si genera un ambiente de aprendizaje amable y agradable con tono humano, aumentará la motivación y el rendimiento.

En el contexto ahora de la adolescencia en general se trata de reforzar los rasgos de los jóvenes para que ellos mismos puedan tomar el control de sus vidas y afrontar dificultades con las mejores herramientas:

  • Estimulando el desarrollo de las capacidades de escuchar, de expresión verbal, y no verbal y de comunicación en general.
  • Fortaleciendo la capacidad de manejo de la rabia-enojo y de las emociones en general.
  • Reforzando la capacidad de definir el problema de optar por la mejor solución y de aplicarla cabalmente.
  • Ofreciendo preparación para enfrentar las dificultades del ingreso al mercado de trabajo.

docente resilienteY para padres y educadores:

  • Reforzando los conceptos de protección familiar y procreación responsable.
  • Fomentando la habilidad de reconocer esfuerzos y logros.
  • Desarrollando la capacidad de comunicación afectiva con los adolescentes.
  • Aclarando los roles desempeñados dentro de la familia y favoreciendo el establecimiento de límites razonables para cada uno de los miembros.
  • Favoreciendo la presencia de, al menos, un adulto significativo para el adolescente.

Finalmente, podemos establecer los llamados 6 pilares educativos de la resiliencia:

  1. Enriquecer los vínculos positivos.
  2. Fijar límites claros y firmes en relación a las expectativas que se tienen del estudiante, su aprovechamiento y comportamiento escolar. Enseñarle a asumir las consecuencias de sus actos.
  3. Enseñar habilidades para la vida: cooperación, resolución de conflictos, estrategias de resistencia y asertividad, habilidades de comunicación, competencias para la resolución de problemas y adoptar decisiones asumiendo la responsabilidad y un manejo sano del estrés.
  4. Brindar afecto y apoyo, desde la familia, los docentes, vecinos, amigos, hasta las mascotas pueden ser un buen asidero para la construcción de la resiliencia. Los estudiantes se esfuerzan más y hacen más cosas para personas a las que quieren y en quienes confían.
  5. escuela resilienteEstablecer y transmitir expectativas elevadas: si no se hace  los estudiantes no visualizan y luchan por conseguir lo que se planteó como expectativa alta lo cual repercute en su comportamiento. Lo mismo sucede con los docentes.
  6. Brindar oportunidades de participación significativa: es decir, una alta cuota de responsabilidad por lo que ocurre en el centro educativo, dándoles oportunidades de resolver problemas, tomar decisiones, planificar, fijar metas y ayudar a otros.

Todo esto no tendría sentido si no se entiende la educación como inclusiva, de manera que nos esforcemos por reforzar a todo aquel que muestre factores de riesgo que puedan conducirle al abandono escolar. Hablaríamos así de una pedagogía de la resiliencia inclusiva (Ana Forés (2008, El sentido del sin sentido. Nómos y teodiceas. Revista Misión Joven (377). Recuperado el 18 de febrero de 2013)

una persona violada, que ha sufrido maltratos, un joven que acaba de tener un accidente de tráfico y le acaban de comunicar que será tetrapléjico para el resto de su vida (se) pregunta a diestro y siniestro: ¿por qué yo?, ¿por qué tengo que sufrir tanto?”.

Os dejo aquí los perfiles de estudiante, docente y escuela no resilientes según los esquemas de Nan Henderson y Mike M. Milstein:

perfil

docente noresiliente

escuela no resilienteBibliografía útil:

  • Asuaje León, Rosa Amelia (2013). La pedagogía existencial y la resiliencia como principios de enseñanza a personas con diversidad funcional. Un estudio de caso. Educere, vol. 17, núm. 56, enero-abril, 2013, pp. 77-88. Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela
  • Cyrulnik, Boris (2001). Les vilains petits canards. Paris: Éditions Odile Jacob
  • Forés, Ana (2008). El sentido del sin sentido. Nómos y teodiceas. Revista Misión Joven (377). Recuperado el 18 de febrero de 2013
  • Grotberg, Edith (1995). A guide to promotig resilience in children: strengthening the human spirit. La Haya, Holanda: The Internacional Resilence Proyect., Bernard Van Leer Foundation
  • Henderson, Nan y Mike M. Milstein (2003). Resiliency in schools : making it happen for students and educators. Thousand Oaks, CA: Corwin Press
  • Marveya Villalobos Torres, Elvia. LA RESILIENCIA EN LA EDUCACIÓN. Universidad Panamericana. Facultad de Pedagogía Coordinación Editorial
  • Miranda Ramírez, Adriana, Patricia Margarita Torres Fernández y Ma. Luisa Olivas Caro (2010). Taller de Resiliencia para Adolescentes. Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana Dirección General de Prevención del Delito y Participación Ciudadana, México
  • Munist, Mabel et al. (1998). Manual de identificaci—ón y promoci—ón de la resiliencia en ni–ños y adolescentes. ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD, ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Fundación W.K. Kellogg, Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI)
  • MUÑOZ GARRIDO, VICTORIA y Francisco DE PEDRO SOTELO (2005). Educar para la resiliencia. Un cambio de mirada en la prevención de situaciones de riesgo social. Revista Complutense de Educación Vol. 16 Núm. 1 (2005) 107-124.
  • Sivak, Roberto et al. (2007). DESARROLLO RESILIENTE Y REDES VINCULARES. Conference: Resiliencia, At Mar del Plata, Argentina, Volume: Actas Congreso Argentino de Psiquiatría APSA
  • Vera Poseck, Beatriz (2004). Resistir y rehacerse: una reconceptualización de la experiencia traumática desde la Psicología Positiva. Personalidad resistente, resiliencia y crecimiento postraumático. Revista Psicología Positiva, Volumen I
  • Werner, Emmy y E. E. & Smith, R. S. (2001).Journeys from childhood to midlife: Risk, resilience, and recovery. Ithaca, NY: Cornell University Press

4 respuestas para “Educar en la resiliencia desde la inclusividad y para la excelencia”

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