Hikikomoris, big data y la ruptura de la esfera pública en la pandemia


Hace 4 años traté el tema en relación al 26j, que hoy cobra otra relevancia por la pandemia. El concepto central es el de «hikikomori«, tradicionalmente asociado con la sociedad japonesa pero que se ha «globalizado» con consecuencias por determinar. Se trata de ver el décalage del aislamiento social propio del concepto japonés al «social distancing» y confinamiento de que disfrutamos en este momento, con las propias distancias entre Occidente y Japón.

rectangle_large_type_2_ae613b92be0c2bc7efd353215527aa87Son esas distancias las que mejor expresó Tanizaki en su Elogio de la sombra de 1933, de la sombra y no de la oscuridad: el hikikomori no soporta el exceso de luz propio de lo occidental, y en un contexto que valora más la sociedad se refugia en sí mismo ante la idea de no haber satisfecho lo que de él se esperaba. Fracasa como individuo frente a la sociedad que le sostiene, aislándose en una oscuridad más allá de la sombra propia de su tradición.

Esto en Occidente no es así. El confinamiento es para cumplir precisamente con las expectativas y no fruto de un fracaso que nos aleja de los demás sino como «medio» para volver a reunirnos. Hablar de hikikomori en Occidente es entonces un error, si por tal entendemos la exacerbación individualista propia de nuestro decurso cultural. De hecho, y en la línea de nihonjinron o estudio de la identidad nacional japonesa, “ser humano” o ningen (人間), incluye en su forma ideogramática el “es” o “entre” (aida, ) que expresa el sentimiento fuertemente colectivista japonés.

51m4j2lvqrlOtra cuestión son las consecuencias para la educación de este confinamiento, que fácilmente podemos relacionar con el tema del “homo videns” de Sartori. Teledirigidos y telemáticos, más (tele)conectados que nunca y más “distanciados” al mismo tiempo, con mucha gente viviendo físicamente sola. Así que estamos enfrentándonos a nuestra soledad, situación castigada por la cultura occidental que paradójicamente potencia la individualidad y el anhelo de entrar en contacto al mismo tiempo, lo que seguramente no es el mejor dispositivo para cohesionar la sociedad precisamente. Un poco menos de individualismo y un poco más de soledad con uno mismo serían mejores ingredientes. Es por eso que el fenómeno “hikikomori” se extiende a Occidente pero desde un plano muy diferente.

A parte de la educación, es la política la que más está «sufriendo» de este impuesto social distancing con confinamiento añadido. Fake news, bulos, infodemia, situación provocada interesadamente con el objetivo de disolver la esfera pública.

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Pues hablamos del espacio propio de la acción comunicativa y de la política para Jürgen Habermas. Claro que todo depende de lo que se entienda por ambas expresiones: esfera pública y actuar comunicativo. Y es aquí donde Byung-Chul Han, en la misma línea crítica de la Escuela de Frankfurt, entra en juego con su pequeño ensayo Digitale Rationalität und das Ende des kommunikativen Handelns de 2013.

Balanceando la idea habermasiana a la luz del Occidente primisecular, de la sociedad del cansancio a la psico-política, el autor alemán de origen coreano vuelve sobre la cuestión de lo digital, reinterpretando el fenómeno de los hikikomori y posicionándose en el lugar de los integrados según Umberto Eco.

Nos preguntamos, ¿es posible una política congruente con la «sociedad-red» que escape al diagnóstico negativo de Habermas y Eli Pariser (The Filter Bubble) sobre la pérdida del espacio público? El problema es que, según Habermas, solo el espacio público puede dar lugar a lo político.

10596103Diagnóstico: según la tesis de Pariser, Internet no es lo que imaginábamos en cuanto espacio público ideal para la interacción comunicativa sino que más bien ha devenido en un conglomerado de espacios privados narcisistas (sélficos), tendentes a la automanifestacion aislada, fragmentando (insularizando) tanto al individuo como la sociedad.

Esta fragmentación se apoyaría en la propia dinámica centrífuga de la red tendente a aislar a los individuos que, en cuanto usuarios de Internet, configuran el ideal de la «sociedad de las opiniones» y de los opinantes donde cualquiera puede expresar su punto de vista, impidiéndose así la formación de un «nosotros» necesario para que haya espacio público mediante la acción comunicativa.

Se produce así una despolitización y desideologización de la sociedad, un vaciamiento de los conceptos tradicionales de masa y poder que hace peligrar la democracia entendida en sentido tradicional. Pues en la red no es posible el discurso y los medios digitales no hacen sino empobrecerlo sistemáticamente. A lo más se llegan a configurar «multitudes«, inconexas internamente, incapaces de articularse como «asambleas», las cuales precisarían de unas fuerzas «centrípetas» ausentes.

Aquí empieza lo nuevo, pues ya no hay posibilidad de conformar una «masa política» en el sentido clásico sino que se articula una «nube digital» atravesada por multitud de egos aislados, a pesar de lo cual sigue siendo posible delimitar patrones aunque inconscientes.

rousseau_jean_jacquesLa idea: asumida la anterior descripción como correcta, sería posible seguir pensando la política desprovista tanto de espacio público como de interacción comunicativa? Sí, y curiosamente como democracia directa que hunde sus raíces en las ideas de Rousseau. Una democracia de la fragmentación (¿líquida?), monádica, que no precisaría de partidos políticos.

Es de esta manera que Byun-Chul Hang explica la desafección contemporánea que la ciudadanía en general siente por la política y los políticos, cuyas decisiones le son ajenas y extrañas. Nadie puede identificarse hoy en día con un programa político al completo, ni es posible un partido que alcance a dar cuenta de la «sociedad de las opiniones». Cada opinante, y lo somos todos, es ya un partido.

Y esta es una tesis que cuestiona de raíz las tesis últimas de un populismo a lo Laclau. El efecto centrífugo lo podemos constatar en lo extraño de lo acaecido el pasado #26j, o el 11M, o la infodemia actual. A lo que apunta es a una democracia sin partidos, a una superación de la política «representativa». A una transición desde el idealismo del discurso al materialismo digital del «big data» que aparece ya en el considerado fenómeno «hikikomori» y que Rousseau expresó  en sus ideas y en su vida.

Pues la «voluntad general» apunta en el fondo a la idea de una democracia silente, sin comunicación y, por tanto, sin necesidad de espacio público donde interactuar comunicativamente, pues su espacio trasciende lo público en su articulación matemático-algorítmica:

Si, quand le peuple suffisamment informé dèlibère, les citoyens n’avaient aucune communication entre eux […]”

Contrat Social, Libro II, Capítulo III

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Se trata de mantener las diferencias de manera que cada uno se exprese según sus convicciones y al margen de cualquier discurso con los demás, lo que incluso habría que evitar, y que es justamente lo que obvia Carl Schmitt en su interpretación de Rousseau al asumir que es la voluntad general la que hace innecesaria la comunicación.

Este tipo de proceso sería la base de una «racionalidad no discursiva» acorde con el fenómeno de la fragmentación en la red, una «racionalidad digital» propia del «big data» que daría lugar a una hermenéutica digital con la que se inferirían modelos de comportamiento (data-mining)  y se ligarían los deseos con los procesos de toma de decisión. Biopsicopolítica digital que atraparía el inconsciente social llevando a término el ideal de la «sociedad transparente«.

shutterstock_115491706Tal democracia directa según las ideas de Rousseau lo sería en el espacio (fragmentación social) y en el tiempo: democracia en tiempo real, que Pierre Lévy (L’Intelligencecolléctive. Pour une anthropologie du cyberespace, La Découverte, Paris 1994considera superadora de la política representativa al basarse en un tiempo no del debate sino de la decisión y valoración continua.

La transformación: de la democracia sintético-discursiva (centrípeta, creadora de asambleas y de un «nosotros») a la democracia sindético-acumulativa donde el objeto es el «big data» que contiene todas las formas de reacción y de expresión. Es una democracia de la presencia, no de la re-presentación sino de la co-presentación. Y en lugar de políticos, expertos administradores al margen de ideologías de izquierda-derecha, en lugar de discursos y debates, clicks de ratón. Con el permiso de Steve Bannon.

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