La capacidad y la eficacia a lo hora de elegir determinan seguramente nuestra felicidad futura en cualquier ámbito de la vida: personal, educativo, económico, etc… La duda y la ofuscación pueden llevarnos a comportamientos ineptos aunque no hubiese estricta intencionalidad a priori. A todos nos suena la 3ª ley fundamental de Cipolla:
«Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio»
Debemos por tanto saber elegir, y más cuando hablamos de la vida en sociedad y de articular una convivencia basada en la justicia y la felicidad. En este respecto hablaremos de J. Rawls y su Teoría de la Justicia (1971). A la hora de la elección es importante saber compatibilizar lo racional y lo razonable, base de la autonomía plena kantiana. Y el segundo presupone y subordina al primero, pues es quien fija los términos equitativos de la cooperación, aceptables por todos, que la harán posibles; y lo presupone dado que sin garantizar la ventaja racional de cada uno de los participantes tampoco se concibe la cooperación social. En la posición original el reasonable viene expresado por las constricciones estructurales que determinan el ámbito en que tiene lugar la deliberación práctica. El rational se traduce en la deliberación práctica según la racionalidad teleológica de los participantes.
¿Qué motivará a los participantes? ¿cómo pueden decidir en este estado? Preferirán tener más bienes sociales primarios que menos: derechos, libertades, oportunidades, ingresos y riquezas. La idea es que el bien de una persona está determinado por lo que para ella es el plan de vida más racional a largo plazo. Y todos estos planes de vida requieren para su ejecución de determinados bienes primarios.
Obviamente Rawls tiene unos presupuestos problemáticos como son su concepción de la persona y de la sociedad. La personalidad moral la define como la capacidad del sentido de la justicia y la capacidad para una concepción del bien, la capacidad de formular un proyecto racional de vida. Luego hay un aprendizaje moral: Rawls, en el dilema entre empiristas (utilitaristas y Freud) y racionalistas (Rousseau, Kant, Mill, Piaget), se decanta por los últimos: los sentimientos morales son fruto del desarrollo de nuestras capacidades naturales y posibilitan la plena realización de nuestra naturaleza social.
Siguiendo a Piaget la adquisición de nuestros principios morales se lleva a cabo en tres etapas: moralidad de la autoridad (padres), de la asociación (amigos), de los principios. Una vez generadas las actitudes de amor y confianza y los sentimientos de amistad y lealtad, el reconocimiento de que nosotros y aquellos a quienes estimamos somos los beneficiarios de una institución justa tiende a generarnos el correspondiente sentido de justicia. Por otra parte está el sentido del propio bien: lo que determina el bien para una persona es su proyecto racional de vida, aquel que es congruente con los principios de la elección racional adecuadamente aplicados, y que es elegido con plena racionalidad deliberativa. A largo plazo ha de establecerse una jerarquía de proyectos siguiendo una estructura temporal, y ha de establecerse una jerarquía de deseos. A corto plazo se deben seguir tres principios:
1- de medios efectivos: eligiendo la alternativa que realice el fin de mejor modo,
2- de inclusividad: elijamos el proyecto que más objetivos alcance,
3- de probabilidad: elijamos el principio que más probabilidades de éxito tenga.
Se puede por tanto decidir racionalmente. Ocurre que el bien se presenta parcialmente, y hay prioridad de lo justo sobre lo bueno. La teoría del bien pleno presupone ya la existencia de los principios de la justicia. Aquí Rawls hace uso del bargaining, o de la elección en los juegos, y esto es una innovación respecto al modelo clásico de estado de naturaleza en Hobbes, Locke o Rousseau. Este bargaining es un medio a través del cual:
a- dos o más actores llegan a resultados concretos en situaciones en las que las elecciones de las partes determinarán la distribución de algún valor,
b- donde el desenlace o efecto para cada participante estará en función del comportamiento de los otros,
c- y donde se llegará al resultado tras negociaciones entre los sujetos que en ella intervienen.
El concepto de estrategia marcará así el aspecto social de la racionalidad individual, subrayando la independencia entre los diversos actores. Los actores se encuentran bajo el supuesto de decisión bajo incertidumbre como se ve, situación que Rawls decide a favor de la regla maximin. Habrá tres posibilidades de situación: certeza, riesgo, incertidumbre. Lo primero es cuando son conocidos los resultados de una determinada acción, lo segundo cuando cada acción conduce a uno de varios resultados posibles, y lo tercero cuando no se puede prever el desenlace ni siquiera con probabilidad. Cabe optar entonces por el criterio maximax maximizando la situación más ventajosa, o por el criterio maximin minimizando el perjuicio de la situación mas desfavorable. Es un juego de suma no-cero: no plantea preferencias estrictamente competitivas y se desarrolla dentro de un marco cooperativo.
Es de suma-no-cero porque todos los jugadores prefieren cualquiera de los posibles resultados antes que volver a la situación de partida o al resultado degradado de no lograr ningún resultado en absoluto, y es cooperativo porque los jugadores tienen una completa libertad de comunicación previa para establecer acuerdos vinculantes conjuntos. Rawls, por otra parte, aporta cuatro razones para justificar su elección de la regla maximin:
1- en ella no se tienen en cuenta las probabilidades de las posibles circunstancias, el único cálculo posible es entonces el del principio de razón insuficiente, utilizado para asignar y distribuir determinadas probabilidades en los supuestos de carencia de información. Y Rawls presupone que se desestimará esta posibilidad de jugar con contingencias: se requieren así razones objetivas para decidir.
2- la persona que escoge tiene una concepción del bien tal que le importa muy poco o nada lo que pueda ganar todavía por encima del mínimo que seguramente obtiene al seguir la regla maximin;
3- se supone cierta aversión al riesgo por los condicionantes propios de la posición original;
4- para Rawls, es evidentemente el criterio de distribución más adecuado para servir a una concepción pública de la justicia (después del igualitarismo).
Dentro de los bienes primarios no se incluyen la libertad y la igualdad de oportunidades. Y ello por la instrumentalidad que tienen estos bienes primarios para la realización de los intereses fundamentales: su utilidad marginal es infinita. La libertad se decreta prioritaria, y se regula en un principio aparte que establece su distribución igualitaria excluyéndola de todo bargaining. Para Rawls, el maximin es el criterio al que apuntan las aspiraciones de la personalidad libre e igual.
Más información sobre Rawls: aquí
Más información sobre la teoría de los conflictos y la negociación: aquí
- J.Rawls, Teoría de la Justicia, FCE
- R.P.Wolf, Para comprender a Rawls, FCE, 1981.
- Carlos S. Nino, El constructivismo ético, CECO, 1989.
- Carracedo, Ética constructiva y autonomía personal
- Luce, Raia, Games and Decisions. Introduction and Critical Survey, Nueva York-Londres, J.Wiley and Sons, 1957
2 respuestas para “Si me das a elegir…me quedo con el maximin: Rawls, la felicidad y el proyecto de vida”